La ermita de Los Mina

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AFRODESCENDIENTES
PELIGRO UN IMPORTANTE ENCLAVE DE LA HERENCIA AFRODESCENDIENTE NECESITA EL APOYO DE LAS AUTORIDADES

Indhira Suero
Los Mina , Santo Domingo Este

Me conocen como la ermita de San Lorenzo y vivo como testigo mudo de la historia en el barrio Los Mina Viejo, en la calle Horacio Ortiz. He visto cómo mi entorno pasó de ser un barrio de negros que en tiempos de la colonia huyeron en busca de libertad desde Haití a la parte española de Santo Domingo a una comunidad echada al olvido por las autoridades.

Hombres y mujeres que se rebelaron ante los maltratos de los amos franceses formaron, poco a poco, la primera ciudad de negros en la ribera del río Ozama, la mayoría de ellos esclavos que venían desde África y que pertenecían a la etnia de los “minas”.


De acuerdo al historiador Rafael Jarvis, los que llegaron aquí eran negros rebeldes, sin formación cristiana, a los que las autoridades españolas decidieron iniciar en el conocimiento de Dios.

“Los esclavos tenían sus deidades pero diferentes a las de los españoles; es por esto que los colonizadores se ocupaban en que asimilaran su religión. En Los Mina se creó una especie de capilla con ese fin”, explica Jarvis.

Empieza la letanía
Algunos estudiosos afirman que soy un hito de la historia de la esclavitud en el Nuevo Mundo y yo (modestia aparte) pienso que tengo las suficientes vivencias para serlo. Uno de mis fieles, Alberto Grullón, asegura que aunque dicen que me construyeron en el siglo XIV, hay dudas porque no hay un documento que lo avale y el barrio se formó en el siglo XVII.

Grullón asegura que las tradiciones eran patrocinadas por la familia de Ignacio Martínez. “Al caer éste en enfermedad, las patronales y los juegos dejaron de realizarse porque era él quien buscaba apoyo del Estado”, dice.

El templo estuvo un tiempo cerrado porque nadie cuidaba de él. Reabrió en 1994.

 Luz María Rosario lleva 15 años en el barrio y junto a un grupo de fieles me protege.  Ante el mal estado de mi estructura y entorno, a ellos sólo les queda esperar. Bastante lágrimas han derramado por mí. Hoy día se limitan a repetir ante el altar: Misericordia, Dios mío.  

“Antes teníamos custodia, asistían tres guardianes, uno en el día completo; otros por la noche. No sabemos qué pasó, pero las autoridades los retiraron, hemos tratado de salvar la situación porque el alrededor no es fácil, el otro día vinieron del Ministerio de Cultura y hablamos con ellos de la preservación del templo”, se queja Luz María.

Amenazas
“Unos refugiados que entraron hace poco rompieron la puerta sin orden alguna; entraron como siete familias. Vinieron en nombre de la Defensa Civil y a medianoche rompieron la cerradura, luego que se fueron tuvimos que reparar los daños. Si hubiese estado protegida no se atreven a hacerlo. La iglesia no está condicionada para refugio, uno la ve fuerte pero es débil, cualquier cosita se derrumba con el agua”, señala Ricardo de los Santos.

Luz María recuerda que han traído refugiados en otras ocasiones.

“Hacían las necesidades en todas partes, no teníamos agua y había que buscar fondos para asistirlos. Yo me iba a mi casa y hacía una olla de chocolate para traerla. Una mujer dio a luz cuando las tormentas Noel y Olga y aquí paso sus nueve días, después no querían salir porque hasta que no le dieran casa no se iban, luego de una misa vino la guardia a sacarlos”, sigue Luz María.

Señor, no nos desampares
Hace 15 años invadieron mis terrenos,  de  los que solo queda mi estructura y un poco de espacio. “Saquearon las propiedades de la iglesia y nadie pudo defenderlas. Siendo una ermita de la colonia, ¿quién más que el Ministerio de Cultura o Monumentos para defenderla? Pero nunca se preocuparon”, señala Luz María.

A Ricardo de los Santos le preocupa que cuando se celebra misa no se puede orar en paz debido al bullicio del entorno. Hace un mes sostuvieron una reunión con los vecinos de Los Mina Viejo por esto.

“Tenemos que interrumpir la misa para salir a rogarles que bajen la música, hemos ido a la Fiscalía; cuando Antirruidos llama a la Policía, ésta dice siempre que la música está bajita”.

Otro enemigo es la delincuencia. “Necesitamos más seguridad. Cuando no estamos aquí nadie la protege. El destacamento tiene dos policías óa veces unoó y se duermen, están ahí pero no hacen rondas. Cuando se arman pleitos ni pueden salir, porque solo son dos”, destaca Grullón.

Misericordia, Dios mío
El sociólogo Dagoberto Tejeda recuerda cuando don Ignacio Martínez vivía y luchaba por protegerme. Durante años este señor, dice Tejeda, organizaba bailes de congos, canga mulanga, atabales y otras presentaciones de herencia africana cimarrona.

“Él mantuvo la tradición de celebrar una festividad pero no con la visión de que la ermita era un monumento afrodescendiente, sino por el aniversario de la fundación de la ciudad de Santo Domingo, cada cuatro de agosto”.

Según Tejeda, existe una cantidad de monumentos y expresiones de herencia africana muy poco conocidos por los dominicanos. Un ejemplo soy yo, una ermita con un contenido histórico invaluable, pero mis vecinos desconocen el valor de lo que tienen, esto implica la necesidad de  que se les eduque para que ellos sean los que me protejan.

“El que las autoridades tengan esa iglesia abandonada da pena. Es demasiado importante para dejar que se deteriore, suerte que algunos moradores la tienen como espacio de fe católica y están muy celosos de cuidarla. Existen manifestaciones que necesitan un proceso de revalorización de parte del Estado”, asegura Tejeda. Mientras tanto, mis fieles esperan a que se me preste atención, pero he escuchado tantas promesas que a veces creo que mi estructura se derrumbará. En esos momentos recuerdo que la “fe mueve montañas”, cierro los ojos y digo: Ampárame, Señor, que en ti confío. 

SAN LORENZO DE LOS NEGROS
De acuerdo a los historiadores, autoridades de la época afirmaban que ese pueblo debía ser destruido, por la imposibilidad de que un solo cura lo pudiera dominar, por esta causa en el año 1792 el Arzobispo Carvajal y Rivera escribió al Rey que el pueblo “conviene que se demoliera, porque se compone de algunos negros bárbaros que no hay forma de enseñarlos, ni reducirlos a venir a la doctrina”.

Por eso solicitó que se juntara a los negros huidos de la parte francesa de la isla, para ser adoctrinados en la fe católica.

En el 1786 el lugar estaba casi desamparado porque su población se desplazó hacia otros centros: Santa Bárbara, Pajarito (hoy Villa Duarte), Mendoza, Cancino, Villa Mella, Sabana Perdida y el Tamarindo.

El 30 de abril del 2002 un artículo del Última Hora, titulado “Los Mina Viejo sigue postrado”, manifestaba el descuido de la localidad.

“San Lorenzo de Los Mina es el barrio más antiguo e histórico de la Zona Oriental de la capital dominicana, pero solo tiene una calle, más bien una callecita, y está bien deteriorada.Pero también pese a ser la tercera iglesia construida en la Colonia de Santo Domingo (en el 1606) , un cuartel policial de madera y un parque de tierra, sin un solo banco, que ha pasado a ser un estacionamiento de vehículos viejos. Del parque, el centro de recreación solamente conserva la arboleda, porque tampoco tiene bombillas.

Una hedionda cañada ubicada al sur del sector, recoge las aguas negras de la avenida Venezuela convirtiéndose en otro de los problemas de estos munícipes, quienes se quejan de que “ningún gobierno se ha ocupado de Los Mina Viejo”.

Texto original: http://www.listin.com.do/ventana/2011/8/19/200340/print