Indhira Suero
Aunque se anunciaba la llegada del huracán Isaac, por la mente de Gloria de los Ángeles Turbide Montero (conocida como “La Glori”) no pasó ni siquiera el quedarse en su casa y resguardarse del viento y la lluvia.
Nuestra “Glori” tenía que ganar algunos pesos esa noche, no podía amanecer sin nada que darle a sus hijos, el solo hecho de pensarlo le aceleraba el corazón y la ponía nerviosa y sin sitio. Así que, aunque al abrir la puerta de su casucha la lluvia le golpeó el rostro con rabia, nuestra querida protagonista no dudó en agarrar su abrigo y una latica de aceite vacía para ejercer la profesión más antigua del mundo.
Desde los 15 años “La Glori” vendía su cuerpo al peor postor, había trabajado en la Duarte con París, en la Bolita del Mundo, en la Sarasota, incluso en el interior del país. Ciertamente la vida había sido dura con ella, la había tratado con rencor, como si por el solo hecho de nacer tuviera una deuda que nunca podría pagar, ni siquiera con creces.
A pesar que de que el frio torturaba a “La Glori”, ella esperaba confiada algún cliente. Tenía la esperanza de que conseguiría algunos pesitos para alimentar a sus cuatro niños, uno de ellos con una enfermedad que los médicos le decían que era autismo y que lo hacía encerrarse en su mundo, olvidándose de la pobre madre que con lágrimas en los ojos lo miraba.
Pero la vida muchas veces es ingrata, y mientras “La Glori” pensaba en el silencio eterno de su “Ramoncito”, una compañera de profesión llamada “Mamola” la asechaba con el corazón lleno de resentimiento.
Porque para “Mamola”, “La Glori” era un obstáculo en su camino, una paja en el ojo que mientras más te rasca mas se irrita. Ella le había robado varios clientes, le había quitado varios pesitos que “Mamola” utilizaba para sus hijos, ella también era madre: “de cinco muchacho’ pario’ uno atra’ del otro”.
Y mientras la lluvia caía sobre las dos, el odio aumentaba en una.
Pero nuestra protagonista no se daba cuenta, ya instalada en su esquina, solo miraba con desesperación la calle inundada de agua a la espera del comprador que no vería esa noche. Detrás de ella “La Glori” sintió unos pasos, -¡al fin!- pensó -¡voy a conseguir unos cheles!-. Pero la dicha de esta mujer no duró mucho, el cliente que sintió llegar era “Mamola” que con cuchillo en manó le asestó una puñalada certera en el corazón.
Texto original: http://www.listin.com.do/ventana/2012/9/28/248984/Gloria-Gloria-una-mujer-en-las-calles-de-la-ciudad
Aunque se anunciaba la llegada del huracán Isaac, por la mente de Gloria de los Ángeles Turbide Montero (conocida como “La Glori”) no pasó ni siquiera el quedarse en su casa y resguardarse del viento y la lluvia.
Nuestra “Glori” tenía que ganar algunos pesos esa noche, no podía amanecer sin nada que darle a sus hijos, el solo hecho de pensarlo le aceleraba el corazón y la ponía nerviosa y sin sitio. Así que, aunque al abrir la puerta de su casucha la lluvia le golpeó el rostro con rabia, nuestra querida protagonista no dudó en agarrar su abrigo y una latica de aceite vacía para ejercer la profesión más antigua del mundo.
Desde los 15 años “La Glori” vendía su cuerpo al peor postor, había trabajado en la Duarte con París, en la Bolita del Mundo, en la Sarasota, incluso en el interior del país. Ciertamente la vida había sido dura con ella, la había tratado con rencor, como si por el solo hecho de nacer tuviera una deuda que nunca podría pagar, ni siquiera con creces.
A pesar que de que el frio torturaba a “La Glori”, ella esperaba confiada algún cliente. Tenía la esperanza de que conseguiría algunos pesitos para alimentar a sus cuatro niños, uno de ellos con una enfermedad que los médicos le decían que era autismo y que lo hacía encerrarse en su mundo, olvidándose de la pobre madre que con lágrimas en los ojos lo miraba.
Pero la vida muchas veces es ingrata, y mientras “La Glori” pensaba en el silencio eterno de su “Ramoncito”, una compañera de profesión llamada “Mamola” la asechaba con el corazón lleno de resentimiento.
Porque para “Mamola”, “La Glori” era un obstáculo en su camino, una paja en el ojo que mientras más te rasca mas se irrita. Ella le había robado varios clientes, le había quitado varios pesitos que “Mamola” utilizaba para sus hijos, ella también era madre: “de cinco muchacho’ pario’ uno atra’ del otro”.
Y mientras la lluvia caía sobre las dos, el odio aumentaba en una.
Pero nuestra protagonista no se daba cuenta, ya instalada en su esquina, solo miraba con desesperación la calle inundada de agua a la espera del comprador que no vería esa noche. Detrás de ella “La Glori” sintió unos pasos, -¡al fin!- pensó -¡voy a conseguir unos cheles!-. Pero la dicha de esta mujer no duró mucho, el cliente que sintió llegar era “Mamola” que con cuchillo en manó le asestó una puñalada certera en el corazón.
Texto original: http://www.listin.com.do/ventana/2012/9/28/248984/Gloria-Gloria-una-mujer-en-las-calles-de-la-ciudad