Mala vida

A Yokairis Altagracia Castro Mateo, conocida como La Yoka en el barrio Ven a ver, la vida le pasó de largo. Nuestra querida Yoka no tuvo suerte. Le tocó ser hija de una madre irresponsable, que no eligió, a su vez, ser la progenitora de ocho muchachitos todos de padres diferentes.
Ya se imaginan, queridos negritos, el caos que existía en la casa de La Yoka. Hija de una madre que la tuvo a los 15 años, se vio obligada a criar a todos sus hermanitos. Todavía nuestra protagonista cuenta que cada vez que su mamá daba a luz, las lágrimas corrían por su rostro de niña porque sabía que el nuevo bebé sería otra responsabilidad para ella.

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Foto: Roberto Chile

La Yoka no tuvo tiempo para ir a la escuela. Se convirtió en madre de siete niños, mientras su progenitora salía con todos los tigueres del barrio Ven a ver. En su primer intento de estudiar, se vio obligada a interrumpir el año escolar porque uno de sus hermanitos enfermó y tuvo que durar dos meses con él en el Angelita.

Los otros intentos también fueron vanos. Simple y llanamente, nuestra Yoka “había nacido con la sal encima”.

Con siete niños que atender no podía concentrarse en hacer tareas o en aprender que Juan Pablo Duarte era el Padre de la Patria o que seis más seis son doce. Los llantos, las peleas, el hambre, la impotencia y el rencor, hacían que cada vez que abría un libro las letras escaparan como queriendo salir que aquel infierno en que se encontraba nuestra Yoka.

A la Yoka la vida le pasó de largo y le cobró factura. Porque en el barrio Ven a ver no hay finales felices, como en los cuentos de hadas; porque nuestra Yoka era otra pobre más; porque formaba parte de las cientos de niñas que como ella estaban condenadas a vivir jodidas…

Texto original: 
 http://www.listindiario.com/ventana/2014/7/4/328613/Mala-vida

2 comentarios sobre “Mala vida

  1. Que triste pero real historia, se me pone la piel de gallina al leearla. Yo soy pobre pero no tan desafortunada, pues mis padres a mis 22 años aun me mantiene y me pagan mi universidad privada, siempre de niña tuve todos mis lujos y no se lo que es pasar trabajo, hambre, ni nada de eso. Dios algún día tiene que darme la posibilidad de ayudar a personas así; como las que relata esta joven, porque es deber de los que hemos sido mas afortunados ayudar a los que no lo fueron tanto. Dios algún día me lo permitirá, tengo mi fe puesta en el.

    1. Mayic, me encantan tus palabras. ¡Muchas veces no consideramos lo afortunados que somos y olvidamos ayudar a quienes más lo necesitan!
      Gracias por tu comentario

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