¡Me dejó mi mujer!

 Julio Mateo Castillo (conocido como Canquiñita por su familia) se puso medio loco después que la Mamasota lo dejara para casarse por papeles con un italiano. Al parecer el cerebro y el corazón de nuestro héroe estaban muy conectados o tal vez la partida de su amada fue el detonante para la locura de Canquiñita quien hace algunos años sufrió una caída bien fuerte después que lo sorprendieran tumbando los cocos de un vecino.

“¡Ay, díganle que vuelva!”, gritó como desesperado Canquiñita mientras la Mamasota partía con la maleta llena de esperanzas a Italia (a comer espagueti y a olvidar el concón con habichuelas).

Con el paso de los días la locura y la desesperanza de nuestro protagonista aumentaban. “Si mi mujer no vuelve me arrancaré el corazón”, gritaba con todas sus fuerzas Canquiñita. Y tampoco le valían los consejos de su madre y amigos de bebida. “El tiguere se puso medio loco”, repetían sus vecinos.

Para ese tiempo fue que empezó a tratar de quitarse la vida, pero fallaba en cada intento. Incluso fue al colmado para que le vendiera Tres Pasitos y ante la negativa del pulpero, de venderle el veneno, lo único que nuestro Canquiñita alcanzó a decirle fue “qué gano yo con vivir si mi mujer no me ama”.

Después de eso los hermanos de Canquiñita decidieron que ya estaba bueno y que algo había que hacer. Tomaron la decisión de llevarlo al 28 para ver si los siquiatras podían ayudarlo.

Aunque, según dicen las malas lenguas, eso no ha servido para nada y los enfermeros del manicomio dicen que de noche se escucha a Canquiñita mientras grita: ¡Dame la receta para olvidarte, mami, que me estoy cayendo a pedazos!; ¡Dime cómo hago, Mamasota, que el romo no me alcanza para olvidarte!…