La fábrica de sueños ​


Indhira Suero
Santo Domingo

No solo de largometrajes vive el cine de República Dominicana. El mundo del séptimo arte criollo se alimenta también de los cortometrajes que realizan hombres y mujeres llenos de sueños e ideas por lograr.

Historias narradas en pocos minutos, que sirven para mostrar la visión de los directores y guionistas y que demuestran que, con dedicación y esfuerzo, se pueden producir buenas piezas.

Historia
Joan Espino, director de Verdad o Reto (2010) y profesor de cine, indica que el primer “corto” del que se tiene conocimiento es la obra La leyenda de Nuestra Señora de la Altagracia dirigida por el fotógrafo Francisco Palau en el 1922, aunque diversas fuentes difieren en su duración total si de 11 minutos ó 20 minutos. “Lo cierto es que se reconoce como la primera pieza de cortometraje realizada en República Dominicana a pesar incluso de que no existen copias completas”, refiere.

En el libro Historia de un sueño importado, del padre José Luis Sáez, se menciona que en 1922, con motivo de la coronación de la Virgen de la Altagracia, el editor Francisco Arturo Palau, el empresario Juan B. Alfonseca y el fotógrafo Tuto Báez, emprenden la filmación de la primera película dominicana basándose en un guión literario del historiador Bernardo Pichardo y decorados de Enrique Tarazona.

Según una crónica de LISTÍN DIARIO, del 17 de febrero de 1923, “como confección nacional, la película Leyenda de Nuestra Señora de Altagracia, representa un gran esfuerzo, merecedor de ayuda y digno del más encendido encomio”.

Aportes
Abel Rodríguez, director del Festival Internacional Mujeres en Corto, comenta que este tipo de producción audiovisual contribuye al cine en el aspecto pedagógico del aprendizaje del lenguaje, la narrativa cinematográfica, la puesta en escena, el guión y todos los elementos que se conjugan para componer de manera armoniosa, una obra del séptimo arte. “Por supuesto, esto representa una fortaleza inmediata para todos los actores que intervienen en la creación, desde el aspecto artístico hasta el técnico”, explica.

Mientras que Espino observa que los cortometrajes ayudaron a comprender y desarrollar la industria, aquellas imágenes en movimiento de corta duración al inicio sin historia, y luego con una estructura narrativa en proceso, motivaron la creación de géneros: “Los cortos contribuyen a desarrollar historias, conocer la capacidad que tiene un director para hacer una película, o de la calidad actoral de quienes se atreven a trabajar en proyectos que uno de sus principales fines es la promoción y no la retribución”.

De acuerdo a Violeta Lockhart, directora de Rosa (2013), en la actualidad los cortos sirven como ejercicio de preparación para todo cineasta. “En República Dominicana a través de los cortometrajes es que podemos realmente tener una perspectiva de lo que está pasando con el cine dominicano, ya que no hay que incurrir en grandes presupuestos como los que suponen los largometrajes”, menciona.

En tanto que para Virginia Sánchez, directora de The Plan (2008), lo esencial es que ayudan al director a ir desarrollando su estilo y técnica. “Una vez que estos sean visibles en sus cortos, le darán la oportunidad de mostrar su trabajo ante entidades que pueden apoyar sus demás proyectos”.


Entre cortos te veré…

Espino destaca que la característica más notable es su duración, y que esto a su vez obliga a que la historia sea contada de la forma más breve posible, lo que representa un reto para cualquier realizador sin importar el género que desarrolle.

Su opinión la corrobora Llaverías al explicar que esta forma de producción audiovisual “es esencial porque más que nada nos muestra el talento puro y nato de un cineasta, al igual que nos muestra su capacidad y su estilo”. Este realizador, radicado en Estados Unidos, afirma que en muchas maneras contar una historia en un tiempo corto es más difícil que contarla con una duración más copiosa.

A esto, Sánchez agrega que los cortometrajes enseñan a ser preciso, detallista e ingenioso a la hora de contar historias ya sean de ficción o documental. “Tienes poco tiempo para para expresar un punto y para desarrollar una idea de forma coherente y atractiva. El dominar esto se convierte luego en una ventaja gigante a la hora de desarrollar un largometraje”.

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PASO A PASO

De acuerdo a Sáez, la historia del cine en la República Dominicana, hasta donde permiten llegar las pruebas documentales, comienza en agosto de 1900 en la ciudad de Puerto Plata. Se exhibieron 11 películas de la casa Lumiére, de Lyon (Francia), realizadas entre 1895 y 1899.

La primera noticia aparecida en la prensa dominicana sobre la presentación del Cinematógrafo Lumiere en las ciudades de Puerto Plata y Santiago, se publicó en la Redención, de Santiago. La reproducía el LISTÍN DIARIO, en su edición del 14 de septiembre de 1900.

Entre los primeros empresarios en dedicarse al negocio del cine, se encuentran: Fernando A. Defilló, quien exhibía su aparato en el Teatro “La Repúblicana”; Fundador Vargas, quien abre el primer local destinado a la producción de películas; J. B. Alfonseca, administrador del Teatro Colón; los hermanos Carlos y José Ginebra, propietarios de la Compañía Cinematográfica del Cibao, entre otros.

Publicado en Ventana, de Listín Diario: Fábrica de sueños