A Juan Carlos García (conocido como Mimín por su esposa) lo atracaron en la Carretera Mella, a las 12 del medio día.
Todo el mundo vio como dos hombres en un motor sacaron una pistola y le dijeron a Mimín que les diera el celular y el maletín. Por supuesto —aunque cada una de las personas que por allí pasaba se dio cuenta del robo— nadie dijo nada. Cada quien siguió en lo suyo “vaya y fuera vaina que se le pegara un tiro por andar de intruso”.
No era la primera vez que atracaban a nuestro héroe. Esta era la tercera ocasión en que era víctima de delincuentes.
Todo el mundo vio como dos hombres en un motor sacaron una pistola y le dijeron a Mimín que les diera el celular y el maletín. Por supuesto —aunque cada una de las personas que por allí pasaba se dio cuenta del robo— nadie dijo nada. Cada quien siguió en lo suyo “vaya y fuera vaina que se le pegara un tiro por andar de intruso”.
No era la primera vez que atracaban a nuestro héroe. Esta era la tercera ocasión en que era víctima de delincuentes.
Una fue en un carro público, cuando el chofer y dos mujeres le sacaron cuchillos y pistolas, le quitaron la billetera y el celular y lo dejaron botado por San Isidro.
La segunda vez, de nuevo en un carro público, no fue tan traumatizante ya que los atracadores le dieron 25 pesos para que pudiera regresar a su casa en una guagua.
Hasta le devolvieron su cédula ya que, según ellos, solo estaban atracando para comprar droga y ese documento no les serviría para nada.
Después de estas dos experiencias, nuestro Mimín vivía al asecho y esperaba no tener que pasar por ese mal rato de nuevo.
Su abuela hasta un azabache le preparó —para protegerlo del enemigo Satanás— y sus amigos lo llevaron a Boca Chica, para que se tirara tres veces de espaldas al mar.
“A ver si se te quita la sal”, le dijeron en ese entonces.
Pero esta vez, queridos negritos, nuestro protagonista estaba “jarto” de ser atracado y puso resistencia.
Lástima que nuestro Mimín no esté vivo para decir quiénes fueron sus asesinos. Ya nuestro protagonista no podrá esperar a “ver” si se hace justicia.
Texto publicado en Ventana, Listín Diario: