La Cari

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Josefina Martínez del Orbe, conocida como La Cari por los tigueres del barrio, decidió un buen día que no había nacido para criar muchachos y atender un hogar. Simplemente, eso no era lo suyo.

Por esto, queridos negritos, entregó  a su madre la custodia de sus tres hijos y decidió vivir la vida loca.

Al dejar a sus pequeños, al cuidado de una madre resignada con la hija que, según se lamentaba, le había tocado, la Cari ni siquiera miró atrás. No la conmovió el llanto de sus hijos, de cuatro, seis y tres años, porque simplemente no sentía el instinto maternal. 


Tal vez el que su madre se hiciera cargo de cada muchacho que paria La Cari no la ayudó mucho a desarrollar el vínculo con sus hijos. Algunos creen que el futuro de La Cari era otro, desde pequeña le gustaba el baile y se imaginaba como bailarina de ballet clásico, dando la vuelta al mundo y ganando muchos reconocimientos. 

En realidad, queridos negritos, nuestra protagonista se sentía frustrada porque entendía que cada uno de sus niños le había robado un poco de libertad. Por eso ni se molestaba en pararse de la cama cuando en medio de la noche lloraban y ni pensar en dar a amor a los tres carajitos. 

Desde el principio, su vida de madre fue una mala experiencia. La más horrible de todas. Cada uno de sus tres partos fue un infierno, un suplicio.

La verdad, según las viejas chismosas del barrio, es que La Cari odiaba a sus hijos. Con toda su alma. En ellos veía la culminación de sus sueños, el fin de su inocencia, y su mala suerte. Porque a decir verdad, negritos, desde que tuvo su primer niño a La Cari le cayó una sal que ni con 20 baños tirándose de espaldas en la playa de Boca Chica se le quitaba.

Todo empezó cuando al quejarse por el dolor del parto la enfermera se burló de ella: “no te dolió cuando hacías al niño, aguanta ahora, jajaja”. Pero lo que no sabía la mujer que de ella se burlaba era que a La Cari si le había dolido “fabricar su muchachito”, porque ser violada a los 15 años por un señor de 50 con el que luego la obligarían a casarse, porque total, el hombre “taba forrao’ de billetes, no fue nada fácil. En especial mientras veía que todos sus sueños se despedazaban e iban a parar al fondo de la basura, lugar del que jamás saldrían.

Texto original: http://www.listindiario.com/ventana/2014/6/20/326762/La-Cari