​¡A lucir el afro!

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Nunca pensé que tendría el valor de tomar unas tijeras y cortarme el cabello. Tampoco imaginé que a cada tijeretazo me sentiría tan bien y tan libre. Creo que esa es una de las ventajas de llevar el pelo al natural, afro o rizo: sentirte cómoda contigo misma y tener confianza en que te verás bien sea como sea.

Hace tan solo tres años el solo hecho de cortarme aunque sea una pulgada de cabello me haría sentir horrible y menos “femenina”. Recuerdo que desde que tenía uso de razón soñaba con que mi cabello me llegara a la cintura y con moverlo de lado a lado. Siempre decía que si tuviera el “pelo bueno” no le hablaría a nadie y que me pondría muy comparona.

Tal vez por esos motivos acudía religiosamente al salón de belleza y desde que empezaba a salir el cabello “rebelde” me empezaba a sentir fea. Esa sensación solo se calmaba con un buen alisado que aplacara las raíces africanas que querían salir a flote y cuando varias personas me decían que me “veía más fina”.


Hoy día no me siento así. Después de haber dado el paso de dejar crecer mi cabello tal como es, dentro de mí la confianza aumenta y pienso que la imagen no posee tanto valor como le queremos dar.

He aprendido que la belleza es subjetiva y puede tomar muchas formas. Que lo que otros consideren bonito —o estético— no debe aplicar para toda la población y que no hay que complacer a los demás por el simple hecho de “encajar”.

Lo importante para cualquier mujer —en especial las dominicanas— es sentirse atractivas sin tener que cumplir con “requisitos” impuestos por la sociedad, por nuestras parejas o nuestra familia. También, tener la confianza de usar el estilo que queramos sin temor al qué dirán o a la reacción de otros.